3/5/07

¿Simonía en las calles?

Criticar es normal y bueno, cuando se hace de manera acertada y con bases coherentes. Si nos centramos en las críticas a instituciones religiosas (como el catolicismo, en este caso), podemos ver como los análisis se centran en la Simonía de la Iglesia.

Las personas que proclaman sus argumentos en contra de esta institución, alegan que la iglesia ha utilizado este sistema desde que es conocida, especialmente en lo que fue la indulgencia. Dicen entonces, que si uno sale a las calles (metafóricamente hablando) puede ver como la simonía está en los rincones religiosos del mundo. De la misma forma, critican a la iglesia de ser fundadores de una religión mentirosa, basada en falsas esperanzas y con un único fin: Lucro.
Por otro lado, las personas defensoras de la iglesia, dicen estar seguras de la ceguedad de sus contrincantes, quienes "creen" ver simonía por todos lados, cuando hoy no la hay. Los defensores afirman y aceptan la verdad de lo que fue la indulgencia, pero niegan rotundamente que esas cosas sigan ocurriendo hoy.

Pero, ¿Qué es la simonía?.
Wikipedia dice: "Simonía es la compra o la venta de lo que es espiritual por bienes materiales. Incluye cargos eclesiásticos, sacramentos, sacramentales, reliquias y promesas de oración".


Corazones agrega: "Simonía es tratar los bienes espirituales como si fuesen propiedad de los hombres. Se equipara lo espiritual a lo material y por ende se comercia con cosas santas".

Volviendo entonces al tema, hay algunos que alegan que aún hoy, la iglesia (no todos obviamente) atenta contra lo espiritual. Ej: Podemos ver en el diezmo, como se pide el 1% de los ingresos de los creyentes. Luego, vemos como la iglesia sigue pidiendo dinero para mantención (además también del dinero pedido en misas) y aún así vemos a sacerdotes manejando grandes 4x4 por las calles de las ciudades (los automóviles de los sacerdotes son propiedad de su arquidiócesis). Y los defensores niegan estos argumentos, diciendo que aunque hayan curas que tengan grandes autos manejando por las calles, el dinero recaudado por la iglesia es siempre para una buena causa, y si quisieran lucrar con la religión, simplemente mentirían con respecto a la cuaresma, y se quedarían con esos dineros (ésta es una de las tesis propuestas por don Santiago Lisbero, sacerdote de Tomé).

Personalmente, no puedo decir que la simonía se vea a la vuelta de la esquina, porque no se ve en lo absoluto. Pero quien sabe, puede estar escondida donde menos nos imaginamos. Personalmente no confío mucho en la iglesia (al decir iglesia, no me refiero a la ekklesia en sí, sino que a la mayor parte jerarquizada del clero), pero aún así dudo mucho que hayan motivos perversos en su actuar. Hay que pensar siempre que sólo bastaría una bacteria insertada en un mecanismo, para que las defensas bajen rápidamente. Bastaría una persona que lucre en el nombre de la iglesia, que honestamente creo que existen (y no son pocos), pero no me atrevo a decir que la iglesia está envuelta en la simonía, como sí lo hizo en la edad moderna.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

como toda institución, está formada por humanos, y por ende tarde o temprano se corrompe. El desafío de una institución religiosa pasa justamente por renovarse continuamente para evitar desviarse del camino originalmente planteado.

En el caso de la Iglesia Católica es claro el cambio que ocurre a lo largo del tiempo, durante todas las épocas, lo cual ha permitido dejar atrás las horrendas maniobras de muchos sacerdotes de la Edad Media y Moderna.

Hoy en día, la mejora es sustancial, pero es humana, y como en todo grupo humano, aún es posible encontrar gente ligada a la Iglesia y que se aprovecha de la situación, que lanza por la borda todo, se mete sus pseudovalores al bolsillo y engaña a una gran mayoría que sigue con devoción su fe.

Anónimo dijo...

En el verano fui a Pto. Varas, y a mi regreso a Concepción escribí una Carta al Director (El Sur y El Llanquihue) que nunca me publicaron y que no se me ocurrió publicarla tampoco en www.dateunapausa.blogspot.com

Aprovecho la ocasión de adjuntarla aquí:

"Sr. Director:

Vengo llegando de regreso a Concepción tras una semana de vacaciones en Pto. Montt, y quiero expresar un hecho que me llama profundamente la atención.

Tuve el agrado de conocer la Iglesia de Pto. Varas, y no tengo palabras para describir su belleza. Me encantó ver cómo un templo tan hermoso es tan bien mantenido, como si hubiese sido construido hace muy poco tiempo. La verdad, es que en aquél lugar se respiraba una paz inmensa y constante (quizá la música que se dejaba oír ayudaba en ello), pero mayúscula fue mi sorpresa e indignación por la presencia de un pequeño kiosco establecido entre las dos puertas de ingreso al templo.

No pertenezco a ninguna religión, pero citaré el Evangelio de Mateo: Mt 21,12-13: 'Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.'

Me parece que, por mucho que los objetos en venta sean relativos al cristianismo, se plantea una pequeña contradicción con lo que Jesús mismo predicó. Además, un templo es un lugar de culto a Dios, por lo que posee un carácter completamente espiritual, mientras que cualquier tipo de actividad comercial se relaciona más con lo material. Me parece inaceptable lo que al respecto ocurre en el lugar. Quizá, el impacto no sería tan grande si el local estuviera ubicado más alejado de la puerta principal, pues sólo con verlo sentí que se le faltaba el respeto a mi Fe y a la de muchos otros creyentes."